En la anterior edición, la opción más votada fue toma de decisiones. ¡Pues allá vamos!
Tomamos muchas decisiones al día, aunque nos centremos sólo en las importantes. Desde la ropa que nos ponemos, hasta por qué camino vamos al trabajo o por dónde andamos por la calle. Todas estas decisiones, por mínimas que sean, pueden ser relevantes.
La toma de decisiones a mi parecer es como un músculo que puede ejercitarse. Cuantas más decisiones conscientes tomemos y analicemos sus resultados, más sabremos cómo actuar en situaciones similares.
Dicen que tenemos un número limitado de decisiones al día. Esto se conoce como fatiga en la toma de decisiones. Vamos, que nuestro cerebro se cansa de tomar decisiones si ha tomado muchas al día por el esfuerzo que le requiere y porque le gusta mucho más vivir en automático - de ahí el poder de los hábitos.
No te tomes al pie de la letra lo del número limitado de decisiones, porque no es cuestión de ir contándolas. Es importante tenerlo en cuenta y utilizar estrategias como:
Delegar decisiones menores
Automatizar decisiones rutinarias
Establecer prioridades
Descansar
Cada uno tiene sus trucos. Hay quien tiene sólo un tipo de camiseta y pantalón para no “gastar” decisiones en la ropa que ponerse. Hay quien se crea criterios a la hora de decidir si comprarse o no algo, por ejemplo, si cuesta más de X€, espero una semana a ver si lo sigo necesitando y, sólo si es así, lo compro. Son formas distintas de aplicar la delegación, automatizar y priorizar.
¿Qué me ayuda a mí a tomar mejores decisiones?
Para mis decisiones, me apoyo en las siguientes estrategias que me ayudan a decidir más rápido y mejor:
Define el problema de forma clara. Puede ser que nos dejemos llevar por nuestras primeras impresiones y hagamos más grande el problema de lo que en realidad es. Piensa en frío y acota y define mejor el problema sobre el que tienes que decidir.
Busca información. Tomar decisiones basadas en datos siempre es recomendable. Para ello, busca toda la información que consideres necesaria y sustenta tu decisión en los datos más relevantes.
Analiza tus opciones. Cuando ya tenemos el problema definido y la información necesaria, tenemos que ver cuáles son nuestras opciones y analizar sus pros y sus contras. Además, es interesante que evaluemos las consecuencias.
Apóyate en técnicas de análisis. Matriz de decisión, análisis de coste-beneficio, análisis DAFO (o FODA).
Ten en cuenta tus valores. ¿La decisión que estás tomando está alineada con tus valores o principios?
No pierdas de vista el tiempo. Considera el tiempo que tienes para tomar la decisión y cómo puede afectarte en el medio y largo plazo.
Apóyate en quienes te importan o saben sobre el tema. Si es posible, busca la opinión de otras personas que puedan darte una perspectiva diferente y ayudarte a tomar una decisión más informada.
Aprende de tus decisiones anteriores. Los errores nos enseñan y la experiencia siempre es un grado. Utiliza tus buenas y malas decisiones para tomar decisiones mejores y ejercitar tu músculo de toma de decisiones.
No hay ninguna fórmula mágica para tomar la decisión correcta. Es posible que te arrepientas de alguna decisión que tomaste en el pasado y de sus consecuencias, nos pasa a todos. Lo mejor para afrontar una situación así es pensar en actuar hoy para evitar o reducir las consecuencias si son negativas.
Para que no se te olviden estos pasos, he creado La Pizza de las Decisiones. No hace falta que te tomes todas sus porciones siempre, puedes tomar aquellas que creas conveniente en cada momento.
Para cerrar esta edición, te dejo una encuesta para que elijas la temática de la próxima newsletter. Tú haces posible Organiza Tu Proyecto.
¡Gracias por leerme!